Una amiga, Chivi, me comentó que su hijo de 14 años, le presentó un amigo cuyos post en Facebook, alcanzan los diez mil likes. Mientras su primogénito se lo comentaba, ella no sabía si se lo decía en broma o en serio. Los miró unos segundos perpleja y nó, no estaban bromeando, así que se contuvo, hizo puchero y me lo comentó hace unas noches durante una reunión.
Diez mil likes por post, le comenté, no es poca cosa. Con diez mil likes por post te conviertes en un influenciador, en alguien con un poder social enorme. Ese chico, con un texto escrito desde su teléfono puede hacer que la fiesta de alguien sea un éxito o si se lo propone sabotearla.
Ese chico, del que casi se burla Chivi, puede, alimentar el ego de miles de adolescentes adictos al like o destruir la vida social de quien se lo proponga sin salir de casa y sin despegarse de su smartphone.
Nisiquiera era tan guapo me comentó Chivi, pero sí con personalidad. Qué otros talentos tiene este joven, no lo se, lo concreto es que la línea que divide las redes sociales virtuales de las reales es cada vez más y más fina. Creo que a estas alturas, en las que la tecnología avanza a velocidades y píxeles que no terminamos de procesar, ya no podemos hablar de mundos paralelos.
Nos estamos dejando avasallar por la inmediatez, por la sensualidad del like 😉 y todas las viejas estructuras, desde la Presidencia de la República, el Ministerio de Educación y el periodismo mundial han tenido que adaptarse a este nuevo mundo en el que lo corto, lo entretenido, los perritos, los bebés comiendo y las caídas parecen marcar el norte en lo que respecta a contenidos comunicacionales. ¿Qué hacer al respecto? En España ha surgido una nueva tribu urbana, llamada “Los desconectados”, una suerte de hipsters que solo usan el teléfono para hacer llamadas. Se que en algunos barrios de la ciudad universitaria de Leipzig en Alemania no está bien visto usar smartphones. Pero estos son excepciones, estamos atravezando una época oscura, en la que esa pequeña herramienta y su poder de comunicación cada vez más intrusivo nos está superando y es bueno tener conciencia de ello.